Los Toros de Guisando parecen ser obra de los vettones del Siglo III a.c. Son cuatro esculturas realizadas en granito que representan cuadrúpedos, identificados como toros o verracos, y se les atribuye una función mágico-religiosa para favorecer, según dicen, la fertilidad y la protección del ganado; tampoco se descarta que fueran utilizados como hitos demarcadores de zonas de pastos.
Simbolizan la riqueza de un entorno esencialmente pastoril y son una de las mejores manifestaciones artísticas de la España pre-romana.
Seguramente agrupados en este lugar por los legionarios como trofeos de sus conquistas, y marcados con sus grabados latinos, estos verracos hablan de las inquietudes de sus creadores, artistas inmersos en modelos de una sociedad que fue sepultada por la romanización.
Los terrenos que ocupan los Toros y las ruinas del antiguo Monasterio de los Jerónimos, han recibido la declaración de Paraje Pintoresco.