Si pudiéramos remontarnos varios siglos en el tiempo, a la ruta entre San Facundo y Poibueno la denominaríamos “de los monasterios”, pues en los recónditos valles que separan ambas localidades surgieron en época medieval sendas comunidades de religiosos. Nada queda del monasterio de San Facundo (S. X) y escasos son los vestigios del de Poibueno (S. XII). Como siempre, los monjes eligieron un emplazamiento perfecto para hallar la tan ansiada paz espiritual.
El recorrido que se nos presenta es de una extraordinaria belleza. Discurre por la vereda del curso de agua que moldeó este valle, el cual nos sorprenderá después del embalse, con pequeños saltos de agua que en muchas zonas permanece virgen. Corzos, jabalíes, águilas y nutrias son solo algunas de las especies que podrá descubrir entre una exuberante vegetación que protege al caminante del calor incluso en pleno verano. 500 metros antes de llegar a poibueno, el Pozo de las Hoyas ofrece un espectáculo natural único con el agua como protagonista.
Ya al regreso en San Facundo, podremos disfrutar de la tranquilidad y belleza del pueblo y si el tiempo acompaña descansar placidamente en la flamante piscina publica fluvial que hay en el pueblo.