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PATRIMONIO EN Douro

Sé de Vila Real

Sé de Vila Real

Erigida a partir de 1424 por monjes dominicanos oriundos de Guimarães que habían obtenido licencia real para construir un convento fuera de las murallas de la ciudad, la Catedral de Vila Real sigue siendo conocida como la Iglesia de São Domingos y constituye el mejor ejemplo de arquitectura gótica tardía en la región transmontana, aunque también posee características claramente románicas. En el siglo XVI, durante el reinado de D. Manuel, sufrió una primera remodelación, como lo atestigua una puerta coronada por una esfera armilar (representación del universo que se convirtió en el símbolo manuelino del poder marítimo, político y económico asociado a las navegaciones). Más tarde, en el siglo XVIII, se hicieron obras de mayor magnitud y pasó a ostentar elementos de la estética barroca, como la actual capilla mayor, la torre del campanario (1742) o los grandes ventanales de las paredes laterales.
La extinción de las órdenes religiosas en Portugal en 1834, con la consiguiente nacionalización de los bienes monásticos, y un gran incendio el día 21 de noviembre de 1837, causaron la destrucción del interior del convento y de buena parte del mobiliario de la iglesia. Más tarde, en 1922, tras la elevación de Villa Real a diócesis por el Papa Pío XI, la iglesia pasó a ser catedral. Desde entonces ha sido objeto de varias intervenciones que le han añadido elementos más contemporáneos, como la serie de vidrieras del pintor João Vieira inspiradas en el "Evangelio según San Juan".
La visita a la Catedral de Vila Real ofrece un viaje a través de los siglos. En los capiteles del siglo XV pueden descubrirse, ocultas entre el follaje tallado en granito, figuras predominantes de la época medieval: un padre, un guerrero, un cazador blandiendo su lanza hacia un jabalí, vendimiadores recogiendo uvas... En las enormes paredes hay varios arcos góticos entre los que destaca el que contiene la tumba del navegador portugués Diogo Afonso y de su esposa Branca Dias (siglo XV). En la sacristía puede verse una pequeña tabla del siglo XVI, todavía bien conservada, que representa a la Virgen.
Por último, se puede admirar el moderno órgano sinfónico de la catedral, construido ya en el siglo XXI y que probablemente será el más moderno del país, con sus cuatro teclados, treinta y tres registros y un total de 2 192 tubos.

Sé Catedral de Lamego

Sé Catedral de Lamego

La fachada y el interior de la Catedral de Lamego integran estilos arquitectónicos de diferentes épocas, imponiendo al mismo tiempo una sensación de belleza y monumentalidad.
La primera referencia al obispado de Lamego data el año 572, cuando el obispo Sardinário estuvo presente en el II Concilio de Braga, pero la diócesis no fue restaurada hasta después de la derrota de los invasores árabes, resurgiendo en el siglo XII. El edificio existente actualmente comenzó a construirse en 1159 sobre una antigua capilla dedicada a San Sebastián erigida décadas atrás. En 1175 fue consagrada y dedicada a Santa María y a San Sebastián.
De la arquitectura románica original queda la torre monumental que flanquea la fachada principal por el lado sur. Durante la Baja Edad Media la edificación fue enriquecida con numerosos elementos, entre ellos algunas capillas funerarias, sobre todo de miembros del episcopado. En la capilla de São Nicolau se encuentra el sepulcro del obispo fundador.
A principios del siglo XV, la catedral sufrió una importante reforma, cuyo resultado más visible fue la notable fachada, organizada en un triple pórtico, que es la principal obra manuelina de esta región del país. En la Edad Moderna se amplió y enriqueció con otras obras, en particular, con un claustro (del período manierista) y una nueva capilla mayor (barroca, muy profunda y cubierta por un retablo mayor, tribunas y dos órganos). El transepto es también de estilo barroco y fue realizado inmediatamente después de concluir la capilla mayor.
Entre las diversas dependencias que se prolongan al norte de la fachada principal, se encuentra el antiguo Paço dos Bispos, una construcción del periodo barroco que, desde 1917, está ocupada por el Museo de Lamego, donde se conservan algunas de las mejores obras de arte religioso de la ciudad y los paneles que el famoso pintor portugués Grão Vasco (siglo XVI) pintó para la capilla mayor de la Catedral de Lamego.

Santuário de Nossa Senhora dos Remédios

Santuário de Nossa Senhora dos Remédios

Situado en la cima del monte de Santo Estêvão y construido entre los siglos XVIII y XX, este santuario mariano es visitado por peregrinos de todo el país, especialmente el 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen y punto álgido de las fiestas en honor de Nossa Senhora dos Remédios, que normalmente incluyen espectáculos de fuegos artificiales y musicales y diversas actividades deportivas y recreativas entre la densa arboleda del apacible Parque de Santo Estêvão. Entre ellas destaca la Procesión del Triunfo, con sus pasos ricamente engalanados.
Ya durante la Edad Media se celebraba allí el culto católico en una antigua ermita dedicada a San Esteban que fue construida en 1361. Encontrándose en ruinas, fue demolida en el siglo XVI y por voluntad del obispo de Lamego se inició la construcción de una nueva ermita en el mismo lugar, donde fue depositada una imagen de la Virgen con el Niño. Así, la devoción por San Esteban fue progresivamente reemplazada por el culto mariano. En 1750 comenzó la construcción del actual santuario, que no finalizó hasta 1905.
La monumental escalinata barroca (686 escalones) que da acceso al santuario se divide en varios niveles salpicados de elementos escultóricos, como las estatuas de los reyes, los respaldos de las ocho fuentes (entre ellas la de los Remedios, de Nicolau Nasoni) y diversas representaciones alegóricas. A medio camino se encuentra la capilla del Destierro.
El interior del templo, con estética rocaille, está dedicado por completo a la imaginería mariana: en el altar mayor de madera dorada, en los retablos dedicados a los padres de la Virgen, en los tres vidrieras con imágenes de Nossa Senhora da Conceição, el Sagrado Corazón de Jesús y la Anunciación y en los azulejos del artista de Coímbra Miguel Costa, que representan los principales momentos de la vida de María.
La tumba del fundador del santuario, el canónigo José Teixeira Pinto, se encuentra a la entrada de la nave.

Museu de Lamego

Museu de Lamego

El bello edificio que fue sede episcopal alberga uno de los más cuidados museos del interior de Portugal. Su visita constituye un doble placer, por el riquísimo acervo que expone y por el paseo en el interior de un antiguo palacio que no esconde su grandeza y austera belleza.
De las colecciones expuestas merecen una mención particular las pinturas de Vasco Fernandes, conocido como Grão Vasco y la colección de tapicerías flamencas. A principios del siglo de XVI, el obispo de Lamego, D. João Madureira encargó al gran Maestro portugués un gran retablo destinado a ornamentar La capilla mayor de la Catedral. De los 20 paneles pintados han llegado hasta nosotros las cinco tablas expuestas en el museo: Creación de los Animales, Anunciación del Angel a María, visitación de la Virgen María a su prima Isabel, Presentación del Niño en el Templo y Circuncisión, ejemplos de lo mejor que ha sido creado en la pintura portuguesa del siglo XVI.
Las tapicerías del museo de Lamego son de la misma época que los cuadros de Grão Vasco y fueron fabricadas en Bruselas. Nobleza y príncipes de la Iglesia usaban los telas de tapicería para decorar el interior de sus palacios y simultáneamente hacerlos más confortables. De la colección expuesta forma parte una tela alusiva al Juicio del Paraíso, una bellísima composición titulada el Templo de Latona, ilustrada con episodios mitológicos relativos a la diosa Latona y cuatro tapices referentes a la historia de Édipo, el tema más trágico de la mitología griega.
En la planta baja, en una serie de salas dedicadas a la arqueología, están expuestas arcas de tumbas medievales, un bellísimo crucero, también medieval y varias piedras de armas de familias portuguesas, entre otras obras.
También se destacan cuatro capillas que pertenecían al Convento de las Chagas, íntegramente restauradas dentro del museo, que exhiben el barroco portugués en su apogeo. Paredes en talla de oro finamente labrada, guardando esculturas de santos en pequeños nichos, pinturas en el techo enmarcadas en adornos trabajados en oro forman un bello conjunto, valiendo la pena parar para observar el detalle del trabajo.
Colecciones de mobiliario portugués e hindú-portugués, obras de cerámica, incluyendo paneles de azulejos del siglo XVII, trabajos en oro y una rica colección de ornamentos religiosos también son dignas de atención.

Mosteiro de Salzedas

Mosteiro de Salzedas

En su época fue uno de los mayores monasterios cistercienses de Portugal que heredó vastas tierras a su alrededor, existiendo la obligación de cultivarlas y poblarlas.
Su construcción se inició en 1155, después de que Egas Moniz, ayo de D. Afonso Henriques y su mujer Teresa Afonso, donase las tierras a la Orden. En 1255, cuando el complejo monástico fue terminado, fue bendecido.
La iglesia, de grandes dimensiones, se destaca de forma imponente, en medio del conjunto de uniforme casas de la pequeña población que se formó al este del monasterio a lo largo de calles estrechas. Entre los s. XVI y XVIII el templo fue restaurado y la fachada que hoy se ve, que está inacabada, es típica del siglo dieciocho. Pero en el interior, aún es posible vislumbrar resquicios de la estructura primitiva. En una de las capillas absidales se conservan íntegramente las piedras labradas que revestían las paredes edificadas en el s. XIII. Una mirada atenta también descubrirá columnas y capiteles románicos decorados. Hay que destacar entre el patrimonio conservado en el templo, dos cuadros atribuidos al maestro del s. XVI, Vasco Fernandes (Grão Vasco) que representa al Santo Peregrino y a San Sebastián y otras telas del s. XVII de Bento Coelho de la Silveira.
La parte monástica se desarrollaba en la zona sur, contigua al río Torno, cumpliendo la exigencia del Císter de construir sus dependencias junto a los cursos de agua. Actualmente sólo quedan dos claustros, el mayor de ellos construido a lo largo de la pared sur de la iglesia y el pequeño hacia el Oeste, encontrándose éste muy deteriorado, permaneciendo en pie únicamente algunos arcos apoyados en columnas toscanas.

Castelo de Penedono

Castelo de Penedono

Quien entre en la villa de Penedono, viniendo del sur o del norte, verá enseguida el gracioso y solitario perfil, vagamente exagonal, del castillo, levantándose sobre un peñasco, dominando el paisaje de la región.
De poco volumen pero lleno de gracia, rematado por elegantes torreones almenados, el castillo de Penedono, no tiene el aspecto de las toscas edificacioes meramente defensivas, se parece más bien a una villa transformada en castillo, constituyendo por eso uno de los ejemplos estéticamente más interesantes de este tipo de construcción que se pueden encontrar en Portugal.
Su existencia está documentada ya en el siglo X, a través de una disposición testamentaria, gracias a la cual se sabe también que, posteriormente, toda la región volvió a estar bajo dominio musulmán, hasta que Fernando Magno de Castilla la reconquistó definitivamente para la cristiandad en la segunda mitad del siglo XI.
El castillo fue residencia de la noble familia de los Coutinho, que en la crisis dinástica portuguesa de 1383-85 respaldó las pretensiones al trono de D. João, Mestre de Avis, nombrado rey de Portugal en 1385, tras la derrota de los ejércitos castellanos en Aljubarrota. Gonçalo Vasques Coutinho fue alcaide del castillo y en él habrían nacido sus hijos, entre ellos el célebre Magriço, Álvaro Gonçalves Coutinho que fue el protagonista de una aventura romántica, muy del gusto de la mentalidad cavalleresca del crepúsculo de la Edad Media.
A pesar de su historia milenaria, el perfil del castillo, tal como aparece hoy ante nuestros ojos es una reconstrucción del siglo XVI, contemporánea del nuevo fuero concedido a la villa de Penedono por D. Manuel I en 1515.
Procure hacer coincidir su visita con el momento final del día, pues cuando el sol se pone por Occidente, la piedra de granito de sus muros adquiere un colorido de gran belleza.

Antigo Convento Beneditino de Nossa Senhora da Purificação

Antigo Convento Beneditino de Nossa Senhora da Purificação

Convento femenino de clausura catalogado como “Monumento de Interés Público” desde el 7 de enero de 2013, día de publicación en el Diário da República del proceso de clasificación impulsado por el municipio. La ordenanza la firma el secretario de Estado de Cultura, Jorge Barreto Xavier.
El diseño del edificio, desde el punto de vista arquitectónico, urbano y paisajístico, fue considerado “relevante”, así como su valor estético y te
El convento fue fundado a finales del siglo XVI (1596) por el abad Fernão Mergulhão, recibiendo los privilegios de la Congregación Benedictina de S. Martinho de Tibães un año después, en 1597, por bula papal.
Con la extinción de la comunidad conventual en 1812, la iglesia pasó a ser propiedad de la parroquia, pasando a ser parroquia en 1863, y el resto del edificio y la cerca fueron adquiridos por Rodrigues Sarmento.
En la iglesia, de estructura manierista, destaca el pórtico principal erudito, con dobles columnas jónicas y frontón semicircular, y el balcón Mirantino en la fachada principal, sostenido por voluminosas volutas.
El interior mantiene una alta integridad y autenticidad, presenta muchos elementos barrocos, especialmente en términos del programa decorativo, con altares en estilo nacional y rococó y revestimientos de azulejos tipo alfombra. Conserva el coro alto y el coro bajo, que originalmente fueron construidos para uso exclusivo de monjas.
El edificio destaca por su calidad constructiva, dimensiones y sobriedad. En el área clasificada también se integraron las edificaciones de apoyo agrícola que vinculan el señorío con el mundo rural en el que se insertó, así como el jardín y huerto que quedan como espacios lúdicos y protegidos en la zona de viviendas.